Flotar es estar suspendido entre la caída y el vuelo.
Hay un instante —mínimo, casi invisible— en el que algo se queda flotando antes de caer. Un momento suspendido en el que el mundo se detiene, y lo frágil se vuelve poderoso.
Eso es lo que intento capturar con cada pieza de Suspêndio: ese segundo en que el cuerpo no ha tocado el suelo, pero ya ha despegado del aire.
La porcelana, con su apariencia leve y su resistencia silenciosa, se convierte en metáfora. Flota entre el vacío y la forma.
Flotar es estar suspendido entre la caída y el vuelo.
Y en esa suspensión, nace la belleza.
Suspêndio es la celebración del instante detenido, ese espacio donde la vida parece sostenerse en un hilo transparente. Cada pieza es un homenaje a la fragilidad que sostiene nuestra existencia y al poder invisible que nos mantiene en equilibrio. Es la belleza de lo efímero y la fuerza de lo invisible, una invitación a habitar ese limbo con valentía y poesía.
Suspêndio
Entre el aire y la piel, nace Suspendio: una colección que habita ese umbral sutil donde el tiempo parece detenerse. Inspirada en la delicadeza de lo que no se ve pero se siente, cada joya es una forma suspendida, una pausa tangible en medio del vértigo.
Porcelana fina, casi ingrávida, moldeada como si flotara entre mundos. Estas piezas no imponen, susurran. Son homenajes a lo invisible que nos sostiene: el silencio entre palabras, la calma entre dos respiraciones, la tensión leve de lo que está a punto de suceder.
Suspendio es una invitación a mirar el vacío sin miedo, a encontrar fuerza en la fragilidad y belleza en lo que apenas roza la materia.
